El hombre premia a las personas si ganan una competencia o hacen un gesto de valor. Pero no siempre es justo dar un premio al que llega en primer lugar pues quien alcanza el segundo lugar por ración de segundos puede ser tan buen competidor como el que gana.
Algunos lo logran de diverso modo bien sea con engaños o porque los otros competidores no entregaron en ese momento su máximo potencial.
Si analizamos las competencias veremos que máximamente las personas son premiadas por derrotar a otros.
Si analizamos las competencias veremos que máximamente las personas son premiadas por derrotar a otros.
Los primeros serán los últimos dice la Palabra de Dios.
Es tan importante la calidad del esfuerzo como la cantidad de esfuerzo que ponemos al tratar de lograr algo. No cuenta únicamente las horas que le dedicamos, sino también el espíritu que ponemos en ello.
Raquel Demorizi
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