Cuando caminamos a través de un subterráneo, túnel, corredor con temor, inseguridad, incertidumbre vacilación y al final del mismo sentimos una mano sobre el hombro y una voz que dice todo estará bien. Ese gesto imparte valor y esperanza, seguridad. Una palabra generosa marca el principio de un fin.
Nadie conoce el precio de alguien que juega, se educa, trabaja, ríe, llora, añora o se ocupa en cosas pequeñas, solo el tiempo nos dirá quién es ese alguien. Esos que ante nuestra vista eran de poco valor les vemos ocupar grandes posiciones con el paso del tiempo, tener liderazgo, ser predicadores, ejemplos del mundo.
Ayuda con palabra de aliento, ánimo, confianza, amor y pon con firmeza tus manos sobre un hombro de quien solo una palabra o gesto le hace falta.
Raquel Demorizi
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