No sé porque nos esforzamos en hablar de nuestro Creador a la gente que camina por las calles en vehículos, plazas y avenidas e ignoramos hacerlo con nuestro prójimo cercano que es la familia y que están perdiéndose en diferentes vicios y caminos.
Tenemos que ser centinelas en nuestros propios huertos antes de ser lumbreras en huertos ajenos.
El corazón de un verdadero padre, maestro, hijo, esposo, amigo debe rebozar de intenso deseo de rescatarles de sus prisiones personales o evitarles dolores de cabeza mostrándole el amor que es benigno y perdona todas las fallas.
Es sobre estos que debemos mantener la vista, chequeando, fortaleciendo áreas débiles y sosteniendo al que tiene posibilidades de caer porque es frágil y vulnerable.
No seas candil de la calle y oscuridad de la casa.
Autor
Raquel Demorizi
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